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"Juan Carlos Ramírez Michaca: Dos décadas de lucha por justicia tras detención arbitraria y tortura" | EL PAÍS México

Juan Carlos Ramírez Michaca tiene 39 años y ha estado internado en los centros penitenciarios de Chiconautla, Nezahualcóyotl y Chalco, todos situados en el Estado de México. Desde 2021, se encuentra recluido en el Centro Federal de Readaptación Social 13 (Cefereso) en el Estado de Oaxaca, a más de 600 kilómetros de distancia de su esposa Alejandra y sus dos hijos. Luego de ser sentenciado a 70 años de prisión y haber cumplido ya 20 de estos en diferentes cárceles, así como de haber sufrido una detención arbitraria y torturas por parte de policías judiciales para que se declarara culpable, Michaca ha mantenido firmemente su inocencia. Junto a su familia, sus abogadas y un grupo de amigos, solicita con urgencia su amnistía, esa promesa de Andrés Manuel López Obrador que contemplaba la liberación de personas "encarceladas de manera injusta" y cuyos procesos legales no se llevaron a cabo de manera adecuada.

Juan Carlos Michaca no estuvo en la escena del crimen, ni cometió los asesinatos de los jóvenes aquel 2005 y tampoco supo hasta mucho después las razones por las que la policía se ensañó con él para hacerlo culpable y condenarlo. Lo que sí tienen claro él y su familia, son todas las irregularidades que, desde el momento de su detención, y hasta su traslado a la cárcel federal en Oaxaca, han tenido que afrontar como una largo e interminable lastre.

Michaca Ramírez era un estudiante de bachillerato aplicado y ordenado, cuya familia había migrado en la década de los noventa al Estado de México desde Oaxaca. Los Michaca, dueños de varios talleres de radiadores, fueron llegando de a poco y se establecieron en esa región del centro del país. Juan Carlos tenía muy claro que heredaría el negocio de su padre, y se preparaba arduamente para que, una vez al frente, diversificara el negocio y aportara con su preparación otros productos. Desde hace cuatro años tenía una relación sentimental con Alejandra Estrada García, de 17 años, a la que le contaba todos sus planes y quien ahora es una de las principales defensoras y conocedoras de su caso.